ENTREVISTA A SILVIA LUDUEÑA


Somos 27 decidió hacerle una entrevista a una profesora que recuerdan muchas promociones del colegio.


Puedo concluir que hoy soy feliz”



En esta publicación decidimos entrevistar a Silvia Ludueña que para nosotros fue mucho más que una profesora. Una vez más nos habló desde su corazón para contarnos sobre su historia con el colegio y el porqué de su vocación.

-Para empezar, ¿cómo resumirías tu llegada al colegio Santa Margarita?

-Por más que quiera ser breve, tiene su historia. Mi mamá en esta escuela fue la primera maestra no religiosa, la única de ese entonces. Ella estudió en el Normal 2 por lo que egresó con el título de bachiller y pudo entrar a trabajar al colegio, lo que era su sueño ya que ella era del barrio. Empezó como maestra, siguió como secretaria de primaria, e incluso la mañana en que nací, a eso de las siete de la mañana alcanzó unos papeles al colegio para después irse a internar para que  10:50 naciera yo. Con el tiempo, me tocó ser alumna del colegio. Empecé en segunda salita porque mi mamá decía que era tranquila y que no molestaba en casa. Pasó la escuela primaria, y al llegar al secundario me incliné por bachiller, no porque tuviera una tendencia definida sino por seguir a mi grupo de amigas.

-¿Por qué decidiste ser profesora de matemática?

-Debo confesar que yo desde chica, quería ser profesora de Lengua y Literatura. Ya desde primaria, mi profesora Liliana De Paolis, me impulsaba mucho con respecto a la escritura y además me ayudó a sobrellevar una etapa algo difícil para mí. Me alentaba, me corregía constructivamente, hasta me confesaba que compartía mis escritos con su marido. Era un gran impulso para mí, estaba fascinada con escribir todo tipo de textos. En cambio, en secundaria, me tocó toparme con una profesora que si bien era una gran conocedora de la materia, las relaciones entre docentes y alumnos eran distintas, y nunca llegué al punto literario que ella esperaba. No le gustaba mi impronta personal a la hora de escribir, y eso condicionó algo que en mí era innato. Buscaba cambiarla, corregirla, leí  autores que le gustaban -aunque a mí me aburrían-, pero no había forma de conformarla. Cada redacción era una tortura, ponía todo de mí para intentar que le agradara mi trabajo, pero nada era suficiente. En oposición a que en la literatura, parecía que no “andaba”, mi profesora de matemática, actual suegra de Silvia Vinci, me estimuló increíblemente. Hacía que preparara temas para explicar, me apoyaba a que fuera una especie de “profe particular” con mis compañeras (cosa que adopté después entre mis alumnos). Y, realmente, hizo que de algún modo se destapara mi vocación. Es indudable que una raíz de ciencias exactas había en mí, porque nadie pasa porque sí de literatura a matemática. Así que así  llegué al profesorado, lo que para profesora de secundaria fue un honor, ya que en gran parte era gracias a ella y a la admiración que me despertó como persona y docente.

- ¿Cómo empezaste a trabajar en el colegio del cual egresaste?

-Lo increíble de la vida es que mi profesora de matemática siempre tuvo problemas de la vista, motivo por el cualcomenzó una licencia de un tiempo bastante prolongado, y eso no evitó que cumpliera su sueño -tal como ella me decía- de dejarme sus horas en el colegio. Empecé a trabajar todavía siendo estudiante, a días de recibirme y cumplir 22 años. Desde entonces fue hermoso, porque siempre fue mi lugar, mi casa.Empecé con poquitas horas, como todos,  hasta que fui tomando más carga horaria y llegué a cumplir horario como un alumno, desde las 7 del lunes hasta las 13 del viernes. También trabajé un tiempo en el colegio Corazón Eucarístico de Jesús en los años 1991 y 1992, los cuales fueron de mucho aprendizaje. A lo largo de los años puedo decir que, como profe, fui regalando un poquito de ánimo y nota, inclusofui ajustando cuando fue necesario y logré mantener mi impronta como maestra también, porque no se puede dejar de ser uno mismo.

-¿Qué destacarías como lo más importante en el rol como profesor?

-La importancia que tiene un docente en la vida de un alumno, porque de pronto, con una palabra o expresión te crucifican, así como también te pueden impulsar a ir por mucho más. Al mismo tiempo lo importante que es reconocer que no por ser profesores somos distintos, y demostrar y reconocer que nos podemos equivocar y, obviamente, pedir perdón. Asimismo en la docencia, que hace también a todo lo lindo que tiene, no  te encontrás con la rutina, siempre te topás con algo distinto, que en gran parte lo forja el alumno. Así uno se encuentra viviendo y compartiendo todas sus cosas, más allá de lo académico. Puedo decir entonces que nunca me fueron una carga, y que mis alumnos fueron siempre lo que me dio vida. Después de todo, ¿qué somos los profes sin alumnos? Nada.Además, hoy me encuentro en un presente en el que todos los que estuvieron conmigo en los salones, desde los últimos junto con los de muchos años atrás, son mi sostén del día a día. Con un mensajito, ayudando y también a veces pidiendo algo de ayuda.

-En una oportunidad mencionaste que lo que te gustaba de tu profesora de matemática era cómo simplificaba y te hacía memorizar cosas complicadas y, justamente, eso nos pasó a nosotros con tu canción del “par positivo” ¿Cómo nació?

-Hoy me pasa que no sé las canciones de los jóvenes, ni cómo hablan o cómo usan el “ahre”. Pero cuando surgió todo, sé que estaba en mi cocina cuando de repente escuché una canción de Mambrú, una banda del momento, y nació así la primera versión de la canción del par positivo al ritmo de “Tiene que cambiar”.Con el tiempo, pasé a “Danza kuduro”, buscando que mis alumnos eligieran la canción con la letra, pero nunca obtuve resultado. Más tarde fue “La mordidita”, y aunque a lo último quería cambiarla por “Despacito” nunca pude hacer coincidir la letra, y terminé conformándome con “Chantaje” de Shakira y Maluma. Lo que me terminaba pasando en muchos casos, era que en la pequeña parte de teoría de los exámenes, encontraba hasta claves de sol haciendo referencia a la canción del momento, ¡pero lo que yo buscaba era que usaran el vocabulario! Igualmente en la estadística sirvió, porque después de mi invento fueron muchos menos los que se olvidaban el par positivo. Incluso recuerdo en algunas mesas de examen, sin decir nada, señalar el olvido del mismo y mover ligeramente los hombros como bailando… se daban cuenta en seguida del error.

-Para ir terminando, queremos preguntarte sobre los rumores que corren, desde hace bastante, entre los alumnos,  sobre las “parejas”que creemos existen entre los profesores  ¿Llega todo esto a la sala de profes? ¿Cómo se lo toman?

-Sí, siempre se escucharon esas cosas, en un momento fue José Luis y Natacha, en otro, Nadia y Leandro. Claro que llega a la sala de profesores, como muchas cosas, pero todo es para chistes, es cómico porque a veces, ustedes, los alumnos, se lo toman muy en serio y no es así. Las cosas de la vida que cada uno cuenta no salen de nuestras charlas que se dan en los recreos, pero cuando es al revés y nos enteramos de nuestra vida privada por los alumnos, eso sí que es para comentar y reír entre todos.

- Como última pregunta, entonces,  ¿estás conforme con la elección de tu profesión?

-Sí. Hace poco fui a ver un psiquiatra reconocido que vino al teatro con unas amigas, y como sintética que soy al ser profesora de matemática, puedo concluir que hoy soy feliz.Él explicaba la diferencia entre la felicidad y la alegría. Dijo que la alegría es una emoción, un presente momentáneo. En cambio, ser feliz, comentaba, es el ser coherente con el pensamiento y la acción, con la forma de desarrollar tu vida como la pensás, el no dejar cosas pendientes o quedarse con algún remordimiento. Más allá de que hoy me toca ir saboreando lo que es la despedida de lo que fue mi labor, ganaron siempre los sabores dulces, lo lindo, porque a pesar de que hubo momentos tristes, si el tiempo volviera atrás, elegiría nuevamente mi carrera, mis compañeros de camino, Daniel y Rosana, todo. Por eso digo: soy feliz.

¡Agradecemos a Silvita que se tomó el tiempo para contarnos su historia y llenó el aula, una vez más, de su perfume característico y sus sonrisas sinceras!



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